sábado, 19 de junio de 2010

La Revolución de American Apparel


Celeste
Otoño 2004

Es verdad: algunas personas son naturalmente sensuales, y Dov Charney, el nativo de Montreal detrás de American Apparel, es especialista en encontrarlas para que aparezcan en los anuncios de su compañía. La fuente de poder de este socio [senior] de 35 años es una anomalía en el negocio de la ropa, y no sólo porque anda en la calle buscando a los modelos adecuados, sino porque hace todo: desde diseñar hasta supervisar la producción de las supersuaves [t-shirts], [boy briefs] y [bra-tops] que han hecho famosa a esta empresa. Todo desde tejer la tela hasta el [shooting] de los sugerentes anuncios de los productos- es hecho dentro de los 800 mil pies cuadrados de facilidades, en el Centro de Los Ángeles, donde 2 mil trabajadores -la mayoría latinos produce más de 100 mil [t-shirts] al día. Sin embargo, American Apparel no es una fábrica típica: los empleados reciben desde seguro médico, apoyo migratorio y pases de autobús subsidiados hasta renta gratuita de bicicletas, lecciones de inglés, clases de yoga y de cómo utilizar internet. Con un salario inicial de 12.50 dólares la hora, puedes apostar a que nunca les faltarán empleados.

Mientras que la ética [sweat-shop free] es noble en un país donde el 83 por ciento de la ropa es importada, Dov no niega ser un capitalista: espera ganar 160 millones este año, más de la ya impresionante cifra de 80 millones de 2003, lo que ha hecho de American Apparel uno de los principales captadores de ingresos en el ramo. Pero la verdadera clave del éxito es más que un sexto sentido para los negocios y trabajadores felices: American Apparel fabrica un producto realmente bueno. Es suave y cómodo, viene en colores atractivos, está bien cortado y es sexy. ¿Qué más se puede pedir? Bueno, quizá simplemente estar en alguno de esos anuncios.









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